La leyenda del maíz

La leyenda del maíz

Image: Suat Eman / FreeDigitalPhotos.net

Hace mucho, muchísimo tiempo, los dioses estaban preocupados pensando:
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-¿Qué comerán los hombres en la tierra? ¡Andan buscando alimentos! -decían-.

El dios Quetzalcóatl, tratando de saber por qué escaseaban los alimentos se encontró con la hormiga roja en los alrededores de Teotihuacan.

La hormiga llevaba un grano de maíz y Quetzalcóatl le preguntó:

-¿Dónde encontraste esos granos de maíz?.

Ella no quería decírselo.

-Por favor, dímelo -insistió Quetzalcóatl-.

-Shh, Shhhh, es un secreto… – respondió la hormiga- pero te voy a decir: los granos de maíz están allá, en el monte de los sustentos. Allí tenemos escondido todo el alimento.

-Por favor, hormiga roja, ¿me acompañarías? Quiero ir… y ver… ¡Son tantos los niños que no tienen que comer!.

– Bueno, te acompaño -le dijo ella-, pero si nos hacemos amigos.

Quetzalcóatl aceptó, pero era demasiado grande para entrar en este lugar como las otras hormigas. Entonces él debió recurrir a la magia y se transformó en hormiga negra.

La hormiga roja lo ayudo a llegar al monte de los sustentos y lo guió hasta el lugar donde se encontraban montones y montones de maíz.

Después ella lo ayudó a recoger suficientes granos para compartir con los otros dioses; entre las dos transportaron los granos de maíz hacia las orillas de la montaña.

El gran Quetzalcóatl le agradeció y se fue. Y después, Quetzalcóatl, se los llevó al Tamoanchán (el paraíso habitado por los dioses) donde se inventó el pulque y se creó el hombre.

Los dioses repartieron ese maíz en las bocas de los hombres -y después se preguntaron:

-¿Qué hacemos con el monte de los sustentos?.

A Quetzalcóatl se le ocurrió llevarse todo el maíz ya que había necesidad de más maíz, pero era una tarea fatigante transformarse en hormiga para llevar los granos poco a poco.

Quetzalcóatl intentó llevarse la «Montaña» entera pero no tuvo éxito. La ató con cuerdas, pero por más fuerza que hizo, no pudo llevársela, el monte allí quería quedarse.

Mirando y pensando estaban a su alrededor todos los dioses y entre todos escogieron a Nanáhuatl (Nanahuatzin) para que lanzara un rayo para abrir paso a los tlaloques (dioses de la lluvia) y robar el maíz.

Entonces bajaron los tlaloques, los tlaloques azules, los tlaloques blancos, los tlaloques amarillos, los tlaloques rojos. Nanáhuatl lanzó enseguida el rayo, entonces tuvo lugar el robo del maíz, nuestro sustento, por parte de los tlaloques. El maíz blanco, el obscuro, el amarillo, el maíz rojo, los frijoles, la chía, los bledos, los bledos de pez, nuestro sustento, fueron robados para nosotros.[/auth]

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